La saga de Gúdrun

03

Regreso a casa y boda

Pues vivìan más despreocupado y casi alegre en la isla, no hubiera sido la grande nostalgía a sus familias y a sus patrias. Cada día estaban buscando con la vista a un barco que podría traerlos a casa.

Una mañana descubiéron un barco que navegó lentamente cerca de la costa. Con todas medidas intentaron los cuatros llamar la atención los contramaestres – y eso funcionó. Después de superaron su desconfianza (pensaron por su aspecto con ropas de musgo que serían gnomos) y después de Hágen había seguradolos que fueran personas cristianas y fueron robados de un grifo, los embarcó al barco. Era un barco de peregrinos, marcado con una cruz grande en sus velas, y en la vuelta a su patria. El patrón del barco era un vecino del rey Siegeband. Acojó sus huéspedes muy cordial, les dió ropa nueva, por obligación también las chicas tuvieron que llevar ropa de hombres, les atendió muy bueno y se dejó contar sus destinos. Como supó el origen de Hágen el sonrió triunfante: “Nada más me podía suceder! Cuando eres el hijo del rey de Irlanda, tengo un buen rebén en mi mano. Tu padre y sus compañeros me causaban gran daño, habían matado o capturado mis vasallos mejores. Ahora tu estás en mis manos y eso quiero aprovechar.”

En vano Hágen intentó explicarle que fuera inocente en eso, en vano le pidó transportarle a su padre y le prometió reconciliación y recompensa alta. Como el conde sin embargo no lo aceptó y quiso quedarlos todos como rebénes, Hágen se encolerizó y le amenezó: “Nadie de nosotros estará tu rebén y nadie de nosotros te sirvirá. Mi última palabra: Cuando transportas mi y estas virgenes a Irlanda, quiero recompensarte bastante, cuando no, irá malo a tí, a tus amigos y a tus mozos del barco.”

El conde hizo señas a sus compañeros y quizo capturarle y encadenarle. Pero por su fuerza no pudieron conseguir nada de el. Como amenazaron a Hágen, el lanzó muchos sobre el bordo con facilidad hasta los otros temieron su fuerza y ya no se negaron navegar a su patria. Como vieron después de diecisiete días de lejos los torres imposantes del castillo paterno Baljan, Hágen mandó enseguida mensajeros en un bote rápido a sus padres y los mandó la noticia buena de su vuelta a casa. Después de desconfianza initial – porque Siegeband vió muy bien los hombres del conde enemigo, como estos confirmaron – los cabalgaron a la playa y recibieron el chico y las tres hijas de reyes. Le conocieron en su cruz dorada la que llevó desde su niñez en una cadena en su cuello, y le dieron un bienvenido cordial a casa.

La alegría en ambos lados era extremamente y el júbilo en la corte real y en todo el país muy grande que el hijo, hace tiempos creido muerte, estuvo vuelto a casa. Siempre de nuevo tenía que contar los acontecimientos los que había vivido en todos los años, y incluso logró reconciliar su padre con el conde. Dos semanas este y sus vasallos fueron acogido hospitalario hasta seguieron a su país.